El pueblo de Javier tiene sus orígenes junto al Castillo que lleva su nombre, en la misma explanada. Comenzó siendo un pequeño feudo, en el que los habitantes vivían y trabajaban las tierras y el ganado de los Señores de Javier.
Con los años, la sociedad y las costumbres fueron cambiando. Una posada, una tienda de comestibles, otra de recuerdos… Lo que comenzó siendo un grupo de casas en torno a una fortaleza se convirtió en una pequeña sociedad compuesta por personas que buscaban un objetivo común y tenían los mismos anhelos y esperanzas. Así nació Javier, la cuna del Santo navarro más universal, San Francisco de Javier.
En los años 60, el pueblo fue trasladado a su ubicación actual. Concretamente, en el año 1964 aquella localidad agrícola y ganadera se trasladó por completo desde las inmediaciones del castillo a otra zona situada a apenas 500 metros. Había que liberar espacio en aquel entorno ante la cada vez mayor afluencia de peregrinos.
Hoy, Javier cuenta con 115 habitantes organizados de forma autónoma en torno a su propio Ayuntamiento. Una Institución que ha sabido conjugar sus orígenes milenarios con la búsqueda constante del desarrollo económico y del bienestar de sus vecinos. Baste con citar algunos de los servicios que ofrece, desde unas modernas instalaciones deportivas a un consultorio médico ubicado en la propia sede municipal, pasando por una preciosa ruta de paseos y senderos.
Fundación Geoalcali en los actos del 50 aniversario
En 2014, Javier cumplió 50 años de aquel traslado, medio siglo de lo que se podría denominar como su renacimiento. Con motivo de aquella efeméride los vecinos volvieron a unirse en torno a los actos de conmemoración organizados por su Ayuntamiento, con la colaboración del Centro de Espiritualidad de los Jesuitas, situado a los pies del Castillo.
Bajo el título ‘Javier, pasado y presente’, se organizaron charlas, concursos, actos institucionales, encuentros gastronómicos y un largo etcétera de eventos que sirvieron para recordar los orígenes de esta coqueta localidad navarra.
La Fundación Geoalcali, consciente de su labor de promoción de los valores y costumbres de las localidades de su entorno de trabajo, quiso estar presente en algunas de las actividades organizadas, participando en su promoción y sostenimiento.
Uno de los actos más llamativos y que más público congregó fue la representación de la obra “El divino impaciente”, escrita en 1933 por José María Pemán. La puesta en escena de la obra teatral tuvo lugar en el auditorio Juan de Jasso, con entrada gratuita. Más de 20 personas, entre actores y técnicos, interpretaron los tres actos y el epílogo de la obra de Pemán que recrea la vida de San Francisco Javier, desde su estancia en la residencia de los Jesuitas en Roma hasta su labor misionera en China.
La representación corrió a cargo del Grupo de Teatro de San Javier de Murcia. Esta localidad de 32.000 habitantes volcada a la mar y al turismo se encuentra a más de 700 km de distancia de la pequeña Javier Navarra. Sin embargo a ambas les une la figura de San Francisco Javier. Se trata de un hermanamiento que sigue vivo desde el año 1985. Precisamente este año se cumple el 30 aniversario de aquel encuentro que tantos frutos ha dado a lo largo de estas tres décadas.