El objetivo del estudio era desarrollar un proyecto de fertilizante inteligente en maíz y conocer sus efectos sobre el rendimiento del cultivo y su potencial impacto sobre el Medio Ambiente. Para ello se trabajaron varias parcelas de tierra de manera diferente: una se fertilizó de manera convencional, es decir, como habitualmente lo hace el agricultor, en otras se actuó a través de la denominada “fertilización inteligente”, aplicando sobre ella nuevos productos derivados de la potasa; finalmente, una de las áreas evolucionó sin el uso de ningún tipo de fertilizante.
Sobre un terreno compuesto por residuos de cosecha de habas, por lo tanto con una alta cantidad de Nitrógeno acumulada, se fue aplicando el abonado de fondo en cada pasillo, según las cantidades indicadas.
Para el desarrollo del estudio se recurrió a las últimas tecnologías, utilizando para su seguimiento aéreo drones con los que fotografiar el estado de los cultivos. Las imágenes obtenidas por las cámaras de alta resolución colocadas en los navegadores y su transformación a través de un sofisticado software sirvieron para la confección de un “mapa de vigor” del terreno que mostró, además del vigor vegetativo de cada planta, su contenido en nitrógeno (N).
Finalmente, la cosecha desprendió que el rendimiento de la tierra con el uso del fertilizante inteligente es “alto o muy alto” en todas las parcelas.