Vecino de la localidad zaragozana de Urriés, este joven en paro asegura que proyectos como el de la mina son la única salida a la terrible despoblación que vive la zona.
Tiene 28 años, nació en Pamplona y hasta hace poco trabajaba en Zaragoza, pero ha vivido toda su vida en Urriés, así que se siente un urriesino más. Por eso le duele ver cómo, año tras año, este bello pueblo de las Altas Cinco Villas aragonesas va perdiendo habitantes. “Ese es el problema – comenta Héctor – que la gente se ha ido del pueblo porque no hay trabajo”. De hecho, tres de sus cuatro hermanos hacen vida y trabajan en Zaragoza y el cuarto en Sangüesa. Sus padres, sin embargo, sí viven en el pueblo..
Urriés es una pequeña localidad de origen medieval, situada en las estribaciones de las sierras prepirenáicas, en la Bal d’Onsella. Con poco más de una treintena de habitantes, el campo, fundamentalmente la agricultura, hace tiempo que dejó de ser una fuente de oportunidades. “El proyecto de mina de Geoalcali – asegura Héctor- es muy importante para todos, no sólo para nuestro pueblo. Otras localidades como Navardún o Lobera de Onsella tienen el mismo problema que nosotros, la falta de trabajo. Por eso, la llegada de la mina puede suponer una gran ayuda para retener a la juventud y combatir así la despoblación”.
Como él, jóvenes de toda la comarca están deseando tener un futuro cerca del que siempre fue su hogar, “es la única manera de salvar de la completa desaparición a estos pueblos. Los jóvenes – sentencia Héctor- estamos preparados y formados pero necesitamos una oportunidad laboral”.
De momento, Geoalcali ya ha comenzado a dar los primeros pasos en pro del desarrollo económico y social de esta zona tan castigada. Gracias a la ayuda de la Fundación, Urriés cuenta desde este invierno con un hogar social renovado y adaptado a las nuevas tecnologías. Para Héctor, “ha sido una buena ayuda porque tenemos un lugar de encuentro en el que podemos estar los fines de semana, más aun ahora que acaban de instalar conexión wifi”.