Fundación Geoalcali patrocinó el Plan de restauración de una antigua escombrera, desde su clausura hasta su restauración, convirtiéndola en el Mirador de la Súbita, que cuenta con el mantenimiento de Josenea, empresa de inserción social.

Liédena transformará la escombrera en “El Mirador de la Súbita”

Llevaba muchos años sin control ni vigilancia hasta que el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra tomó medidas y lo clausuró, no sin antes sancionar al Ayuntamiento de Liédena con una multa de 5.000 euros. El consistorio tomó entonces medidas para amortiguar el golpe a las arcas municipales y habilitó una ecozona con la que facilitar a los vecinos la evacuación de residuos orgánicos derivados de los trabajos de poda o del segado de césped. Pero el verdadero problema, la escombrera, seguía existiendo. A pesar de estar clausurada, su mera existencia, todavía hoy, conlleva riesgos tanto para la seguridad como para el medioambiente.

Ricardo Murillo, el actual alcalde de Liédena, decidió ponerse manos a la obra nada más llegar al consistorio y hacer de la necesidad virtud. Su idea, plasmada ya en un detallado proyecto técnico, es transformar aquel socavón repleto de basuras y escombros, en un lugar para el esparcimiento y disfrute paisajístico.

En un principio se iba a restaurar sin más porque no contábamos con presupuesto para hacer otras cosas. Fue al conocer la labor de Fundación Geoalcali cuando vimos la posibilidad de ir más allá y sacar el máximo partido ese entorno.

Gracias al apoyo de Fundación Geoalcali, la escombrera de Liédena se convertirá en El Mirador de la Súbita (como se denomina al enclave), un nuevo reclamo para el visitante, restaurado, y que contará con el mantenimiento necesario de la mano de Josenea, empresa de inserción social  radicada en la zona y experta en restauración y mantenimiento de paisajes y jardines.

Con una superficie que supera los 16.000 m2, la todavía escombrera se sitúa a poco más de 1 kilómetro de Liédena, en el camino que va hacia el Refugio de los Pescadores. Hoy no es un lugar de excesivo tránsito, más bien escaso, pero ese es otro de los retos que baraja Murillo y que dará valor añadido a la obra: recuperar la ruta que une Liédena con el Castillo de Javier.

Mi intención es poder ofrecer una nueva ruta entre Liédena y Javier, un camino más corto para los peregrinos o para quienes quieran disfrutar de estos magníficos parajes. Para ello habría que construir un puente muy cerca del refugio de los pescadores que, lógicamente, facilitaría el acceso y aumentaría el atractivo de la nueva ruta.

Ideas  no le faltan al regidor de esta pequeña población de la Comarca de Sangüesa, que como muchas otras de la zona ha visto descender su población en los últimos años.

Creíamos que con la construcción de la Autovía del Pirineo se iba a revertir la situación pero no ha sido así. La carencia de servicios y de medios, lógicamente, influye.

A pesar de todo, Murillo, apuesta por la sostenibilidad de su pueblo. Lejos de quedarse con los brazos cruzados, lanza nuevas ideas, algunas ya llevadas a la práctica como la recuperación de la ruta marcada por el Tren del Irati a su paso por Liédena, la que ha querido denominar El penúltimo viaje del Irati.

El último viaje que realizó aquel tren que unía Pamplona con Sangüesa tuvo lugar un 31 de diciembre, lo cual nos situaba en una fecha del año demasiado señalada como para celebrar cualquier acto. Por eso decidimos conmemorar el penúltimo de sus viajes, el que realizó el 30 de diciembre de 1955.

Con esa efeméride, Liédena se posiciona desde 2015 entre los municipios dispuestos a recuperar la vía verde generada por el paso del tren. Una vía que cada vez atrae a más senderistas y cicloturistas nacionales y extranjeros.

Son oportunidades – concluye Murillo – para impulsar el potencial turístico de esta zona que sin duda es enorme.

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