Fundación Geoalcali colabora en la restauración de la Ermita de San Bartolomé, santo y seña de este histórico concejo de la Tierra de Sangüesa.
Es la gran desconocida de la comarca de Sangüesa. Su historia y su legado nos traslada a una época de castillos, fortalezas, héroes y santos postrados al pie de la ruta que marcó el Apóstol Santiago.
Rocaforte es un tesoro para los amantes de la historia, que tienen en este concejo de apenas 40 habitantes una cita ineludible con los orígenes y esplendor del Viejo Reyno de Navarra.
Denominada en el Medievo como Sangüesa la Vieja, Rocaforte es la primitiva villa de la actual ciudad de Sangüesa. Aquí nació Sancho Garcés, Rey de Pamplona, y por aquí pasó San Francisco de Asís camino de Compostela, para fundar el primer convento estable de su orden en el mundo.
Aquel convento fijó como sede la Ermita de San Bartolomé, un conjunto histórico construido en 1098 por orden del Rey Pedro I, Rey de Navarra y Aragón, junto con otras tres iglesias, para conmemorar la victoria sobre las tropas musulmanas en Calasanz (Huesca). De las cuatro iglesias sólo se conserva ésta.
Tenemos mucho cariño al Oratorio, como lo conocemos los vecinos – señala María Eugenia Pérez Iriarte, Presidenta del Concejo de Rocaforte – pero está necesitado de una restauración urgente, especialmente el tejado.
El Concejo de Rocaforte ha iniciado el proyecto de restauración del Eremitorio de San Bartolomé, lo que supone la recuperación de uno de los elementos patrimoniales más singulares de Navarra, no sólo por su naturaleza románica sino por ser el primer monasterio franciscano en la Península. Su consolidación supondría la restauración de la ermita, usada habitualmente para las romerías y la recuperación de la hospedería para los habitantes de Rocaforte, sin perder de vista su vinculación con el Camino de Santiago, que pasa a escasos metros de ahí.
Fundación Geoalcali, fiel a su compromiso con el desarrollo de su área de influencia, entendió enseguida la necesidad de participar del proyecto de restauración de este emblema histórico y cultural.
A principios del siglo pasado, Rocaforte llegó a rozar los 200 habitantes. Hoy, son apenas cuatro decenas las personas, y de edad avanzada, que se resisten a abandonar sus casas, muchas de ellas levantadas con los restos de la fortaleza que en su día presidió la roca que da nombre al pueblo.
Aquí había familias enteras que vivían principalmente de la agricultura, – señala la actual responsable del concejo-, pero hoy los que trabajan lo hacen en ciudades como Pamplona. Necesitamos gente joven. Por eso es tan importante que empresas como Geoalcali se instalen aquí. Hace falta movimiento, si no esto se muere. El proyecto de la mina nos va a dar vida.
Con la recuperación de la Ermita de San Bartolomé, se pretende no sólo recuperar el edificio si no también reconocer la importancia histórica que tuvo Rocaforte o Sangüesa la Vieja en los albores del primer milenio. Y, de paso, atraer a las nuevas generaciones, los turistas, asociaciones, peregrinos… Todos están llamados a descubrir y disfrutar de este reclamo cultural e histórico de la comarca de Sangüesa.